Y viene el calor… lo que algunos (no yo) consideran buen tiempo, viene eso de comenzar a ponerse faldas más cortas, camisetas con más escote, y lo que viene siendo enseñar carne, a más calor más piel y a más piel menos tela, lucirse o dejarse ver, exponerse o seducirse a una misma o simplemente intentar no pasar calor ni bochorno, estar frescas en determinados momentos parece imposible.
Hoy he estado a 26 grados y aún no es verano ¡socorro!.
Sigo con algunos dolores por culpa de mi fisioterapeuta al que visité hace dos días pero… no pasa nada, ya está casi todo “en su sitio”, ahora ya volveré a sentirme bien hasta por lo menos un par de meses más.
¿Qué me había olvidado de contaros?... ah sí, mi visita con mi cardiólogo, o bueno, a estas alturas ya ex cardiólogo por que al cambiarme de casa como que eso de viajar una hora para verle no me sale a cuenta ni me compensa así es que ahora me tocará buscar uno cerca de donde vivo.
No hay mucho que contar, aún no puedo “celebrar la noticia” porque aún la estoy digiriendo, resulta que: ¡¡¡ESTOY CURADA!!!, los resultados del Holter han salido estupendamente bien así es que: ¿cual es el problema?, el problema es que no termino de arrancar ni de sentirme bien, todo esto atribuido al parecer a la medicación, así es que me puso un plan de “desintoxicación” con el cual voy a ir dejando la medicación de forma progresiva por que está visto que de forma radical no funciona, de esta manera llegará un momento en el que mi organismo (acostumbrado a dicha medicación desde hace casi cinco años) deje de darme la lata con el tema de ponerse como una moto y mi corazón se estabilice, mientras todo eso ocurre pues sí, estoy contenta, sé que ya no corro riesgo de sufrir no sé, digamos… ¿muerte súbita?, no obstante hasta que recupere al cien por cien mi vida pues no puedo saltar de alegría por que no sería sincero por mi parte decir eso, ¿que si estoy contenta?: ¡claro que estoy contenta!, he luchado muchísimo para llegar hasta este punto y habría que ser idiota para no estar contenta, pero, soy prudente y voy con pies de plomo, aplico la cautela para tomármelo con calma y, a partir de que deje del todo la medicación para el corazón entonces sentar las bases de mi nueva vida y construir planes y pensar en cosas como buscar trabajo (que por cierto tengo un Rituals relativamente cerca de casa con lo que ¿no sería fabuloso?, ¿quién mejor que yo para estar en un sitio así?), no lo se con certeza pero el tiempo lo dirá y yo, como no, os lo contaré todo.
Pero no es de eso de lo que quería hablar en esta entrada si no de otra cosa, no me apetecía hacer una entrada convencional de cosmética blanca o de maquillaje ni un texto ni un poema ni tampoco una crítica social en si misma si no una especie de… bueno, de esas entradas en las que explico alguna vivencia personal como ha podido ser por ejemplo en el caso de cuando escribí sobre mi contacto con el maquillaje profesional hace años cuando estudié maquillaje profesional (en la entrada de: “Maquillar la realidad NO funciona), u otras de esas características.
En este caso y de la mano con la introducción de esta misma entrada hilando una cosa con otra se nos viene el verano encima.
Y, con el verano las famosas “operación Bikini”, en si mismo el concepto de cuidarse todo el año y en especial en esta época no acarrea ningún problema pero, cuando te pasas de la raya entonces tienes que comenzar a sopesar que demonios estás haciendo con tu vida, tu salud y tu cuerpo.
Alguna que otra vez he dicho que hago apología contra el culto al cuerpo, contra la vigorexia, la anorexia, la bulimia y contra todas esas cosas que o bien ya sea por enfermedad propia de la persona o bien sea por que la sociedad nos ha impuesto unos cánones de belleza artificiales y la mayoría de veces inalcanzable pues… nos llevan a determinados pensamientos o actitudes autodestructivas que no nos conducen a nada más que a jodernos la vida, lo cual me parece espantoso.
Quería escribir esto como experiencia personal, y así en primera persona explicar un poco por qué este tema me toca tan de cerca.
Cuando era más pequeña y vivía en otro país tenía una prima (que obviamente sigo teniendo pero con la que ya no mantengo el contacto por motivos personales ni pienso volver a retomarlo espero que nunca) que por desgracia en su pre-adolescencia sufrió anorexia con la mala suerte de que su hermana (mi otra prima idem the idem de lo mismo que la anterior) sufrió bulimia, cuando mi prima sufrió anorexia llegó un punto en el que pensamos que iba a morir, tal era su estado y su cuerpo solo huesos en esa época que pensamos que jamás iba a recuperarse, yo, por mi parte me alegro de que hoy por hoy se recuperase y sea una feliz madre de una niña preciosa y encantadora (de lo que me he enterado por motivos ajenos que nada tienen que ver) ya que eso significa que no solo superó su enfermedad si no que además consiguió ser madre ya que llegó un punto que la enfermedad le quitó su menstruación lo cual para el fin de concebir era complejo ya que depende de según que daños internos sufra el cuerpo puede ser que una mujer no pueda llegar a ser capaz de tener hijos, no así su caso es diferente, pero recuerdo que me marcó ya que en esa época yo si que tenía un trato directo con ella y su familia y recuerdo que hacia el final de su enfermedad yo ya estaba casi a punto de venirme a España cuando decidí que no podía soportar la carga emocional y psicológica de verla así es que decidí dejar de visitarla.
Estos casos son complejos ya no solo para la persona que lo está viviendo y sufriendo en su propia piel si no para su entorno y sus allegados más o menos cercanos, es un proceso generalmente largo y complejo que deja tanto al propio afectado como a los de su alrededor sumamente agotados a todos niveles lo cual en la mayoría de los casos requiere un apoyo y una asistencia psicológica (que es lo mínimo) al igual que otras muchas tales como médicas, nutricionistas y derivados.
Al parecer por mucho que me dejase algo tocada la experiencia, el tema no caló hondo en mi y quiero achacarlo a que era pequeña e inconsciente pero lo que fui fue estúpida.
Por que con el paso de los años casi caí en el mismo juego mortal.
Nunca olvidaré que yo tenía 16 años en esa época y ya llevaba unos tres años en España cuando precisamente ese mismo año decidí dejar de comer, (five fingers in the face para mi por favor), con el objetivo de adelgazar y ponerme “guapa” solo me alimentaba a base de varios Colacaos al día y solo los fines de semana comía algo “normal” cuando mi madre no estaba trabajando y me preparaba algo decente y rico.
El caso es que adelgacé, esta claro que sí, pero a costa de estar mareada constantemente las 24 horas del día, adelgacé pero me quedé en un estado donde los huesos de la clavícula se me marcaban tanto que hoy por hoy casi no guardo fotos de esa época por que me dan cierto asco (de hecho creo que hace mucho tiempo subí unas fotos de mi época un tanto gótica y hay una donde se aprecia lo que digo, lo mismo no, no lo recuerdo). Muchas veces me desmayé, en casi cualquier sitio, y pese a todo eso yo seguía con mi “dieta fabulosa del Colacao”, sin pensar en las consecuencias, por fortuna tenía a mi favor que era joven, joven y estúpida y la propia estupidez me hizo crecerme cuando me hice una serie de analíticas de sangre y salieron todas bien, ahí reforcé mi certeza de que yo estaba haciéndolo todo bien sin pensar en que ya tenía hartos a todos mis amigos con la misma canción de siempre: “estoy gorda, tengo que adelgazar”, era francamente un infierno y no se como me soportaron.
Gracias a dios en esa época vivía en Madrid y mi madre se enamoró de un Catalán maravilloso al que considero mi padre (es a el a quien me refiero cuando llamo mi padre, que por cierto será operado de la pierna el próximo Martes así es que espero todo tipo de energías positivas que me mandéis serán bien recibidas), volviendo al asunto, al punto, en la época que mi madre conoció a mi padre y nos vinimos a vivir a Cataluña pues mis hábitos comenzaron a cambiar y fui recuperando ya no solo peso si no salud y paz mental, equilibrio y amor propio.
Mis padres, mi entorno tardaron en darse cuenta del desastre que yo tenía como relación con la comida, y cuando mi madre descubrió que no era precisamente lo que se dice sana me llevó al médico y recuerdo que era una doctora encantadora que me explicó las cosas de tal forma que, toqué fondo y pude ver claramente que estaba mandando a la mierda mi vida.
Ella no me dijo que yo fuese anoréxica, siempre he disfrutado y amado demasiado la comida como para llegar a ese extremo, no obstante me explicó que claramente tenía un “trastorno alimenticio menor”, con el que si seguía se convertiría en algo grave y terminaría muy mal.
En ese momento me acordé de la prima que os he contado y en como terminó ella y en que su propia familia pensó que podía haber llegado a morir así es que creo que fue el último escalón en mi proceso autodestructivo para darme cuenta de que ese no era el camino y que por ahí no iba nada, pero que nada de bien.
Cuando mi relación con la comida cambió y volví a un estado que consideré normal comencé a tomar verdadera conciencia de mi cuerpo y mi lucha eterna con mis sentimientos encontrados.
Era una adolescente en proceso de cambios y desarrollo.
Tenía que aprender a quererme.
Y eso fue lo que hice.
Ahora tengo 28 años y un culo que considero maravilloso, mi vientre jamás será una tabla y no lo pretendo, tengo más curvas que una montaña y un pecho a veces más lleno y otras veces menos (depende de la época en la que me encuentre, en como fluctúe mi peso y el líquido que beba), tengo por muchas razones que cuidar mi cuerpo y mi salud y una de ellas NO pasa ni pasará nunca más por dejar de comer o alimentarme mal.
Me quiero ergo me cuido, pero con cabeza.
Nunca he sido seguidora de dietas y la única vez que me aferré a una fue con un hombre que se supone era un gran profesional que claramente era anoréxico, dejé las sesiones y dejé su dieta por que además de no estar personalizada me hacía deprimirme, la comida siempre ha influido en mi estado anímico y, cuando comes algo que te hace sentir infeliz, sencillamente algo no está funcionando, algo no va bien y es hora de pararse a mirar que coño pasa, la comida es un medio para la subsistencia humana, no un fin contra el que luchar, no es nuestra enemiga si no algo que debe provocarnos entusiasmo, energía, y felicidad.
Yo tampoco he sido nunca una persona deportista, a fechas de hoy con el gran culto al cuerpo que existe donde parece ser que si no haces deporte no eres nadie yo prefiero precisamente no ser nadie a hacer algo que va contra lo que creo o simplemente como en este caso: NO ME APETECE.
Me considero sedentaria y creo que, aunque los extremos nunca son buenos tampoco me quedo quieta, al revés, antes de mi enfermedad al corazón siempre procuraba pasear mucho y salir mucho y bailar y hacer todo tipo de actividades tales como patinar que me apeteciera, obviamente todo eso ha cambiado desde que mi enfermedad decidió desarrollarse a lo bestia e impedirme una calidad de vida normal donde me quedé bastante limitada, pero, ahora que se supone estoy curada nada podrá impedirme que, con la llegada del buen tiempo me calce mis patines y “me vaya con mi música sobre ruedas a otra parte”. Creo que solo se trata de no estancarse, ni en lo que “se supone que debes hacer, o lo que se supone que quieren los demás que hagas” si no simple y llanamente en lo que quieras hacer tú.
Suele bajarme a menudo el azúcar (pero no tengo problemas serios simplemente es que la quemo muy rápido) por tanto una vida sin azúcar para mi no sería una solución por mucho que digan que “engorda”, por otro lado tengo colesterol hereditario y seguramente me tocará medicarme en ese sentido de por vida (lo tengo asumido), con lo cual y con cabeza de forma lógica no como fritos todos los días (tampoco es algo que me guste especialmente, las cosas fritas por lo general no son mi pasión), y así un sin fin de cosas que tengo bastante claras y que creo que deberíamos todos de tenerlas claras:
Conocerse
Aceptarse
Ver las limitaciones
Superar obstáculos
Perseguir metas objetivas y razonables
Cuidarnos pero con cabeza
Y, finalmente amarse por encima de cualquier cosa.
Llega el verano y junto con el calor algunas como digo en el título de esta entrada “neuronas derretidas”, parece que nos funden el cerebro tanta revista de moda (que me encantan pero cuyas modelos prefiero omitir y centrarme en el apartado de productos de belleza por que ellas me producen grima), tanto anuncio de chicos y chicas despampanantes y tanta tontería, llega el verano y no paro de ver como los libros de dietas (y no citaré ninguna por que esto no es un ataque a la gente que haga dieta ni a ninguna dieta en si, si no un compendio de experiencias personales) “milagro” van subiendo en ventas de una manera casi alarmante, llega el verano y todas pretenden acabar embutiéndose en una talla que no les corresponde y que es dos o incluso tres veces más pequeña de la que usan de forma habitual y yo me pregunto: ¿cual es el límite?, ¿cual es VUESTRO límite?.
Yo tengo claro el mío: no dejar que una báscula controle mi vida ni que un montón de tonterías sociales manipule mi cabeza, ahí está mi límite, en no marearme por no comer, en aceptarme y quererme como soy, en cuidar de mi salud, ir al médico y hacerme analíticas, en beber mucho líquido, mi límite está donde yo lo pongo no donde lo pone una revista, un anuncio, una dieta, una estructura social sacada de un bar de chulos y chulas de mala muerte venidos a menos, mi límite soy yo, yo he conocido todas y cada una de mis esquinas de oscuridad, y, si yo solo tengo 28 años y he aprendido a saber donde están y ser conocedora de mis sombras ¿tú no vas a poder conocer las tuyas?, la decisión siempre estará en vuestra mano, y solo es lícito lo que vosotras decidáis que hacer con vuestro cuerpo y vuestra vida, pero, no dejéis de recordar que aunque las decisiones sean personales depende de que camino toméis los efectos, los daños colaterales también los vivirán en primera persona la gente que más os quiere y os ama.
Yo a lo que soy adicta es a la vida, y cuando llega el momento de subir la falda, de acortar el pantalón, de ponerme un vestido “limo mis asperezas” con cremas que me tonifican, que me alisan, que me ayudan contra la celulitis (si Sakuritas mías, las famosas también tienen celulitis solo hace falta que os hojeéis una Cuore por ejemplo, revista que dejé de comprar por que me tenía hasta las trompas de Falopio por como se metían con el cuerpo de las mismas famosas y ahí podréis comprobarlo por vosotras mismas). Cuando me toca hacer mi propia operación bikini simplemente recurro a lo que me gusta, a lo que me sirve y a lo que SE A CIENCIA CIERTA que NO va a ocasionarme daño alguno, punto pelota.
No se trata de despertar envidia por que yo pueda tomar un helado delicioso en verano mientras la persona que hace dieta sufre por que no puede, por que tampoco está bien el pensamiento de competitividad que la sociedad ha fomentado en el transcurso de los años, no somos ni mejores ni peores más delgadas o más gordas somos mujeres por igual, eso de sacarnos los ojos francamente está desfasado y la sociedad no solo es una masa informe tipo número, cifras o estadísticas si no que la sociedad la formamos, la conformamos entre todos y todas, ¿no vendría siendo hora digo yo de que dejásemos de destruir y comenzáramos a construir?.
Me acabo de terminar la cena: un poco de maíz, atún, queso fresco, y un huevo duro relleno, y a la salud de todos y cada uno de los habitantes de mi hogar me he tomado un zumo rico y natural de fresas de una de las miles de fruterías y verdulerías que existen en mi misma calle y me siento plena, llena y de maravilla ¿y quien sabe?: ¡quizás mañana me coma una pizza!.
Todo médico que se precie sabrá deciros que el pilar fundamental de la alimentación está en no prohibir (a no ser que seáis alérgicos a algo o que tengáis problemas con equis alimento) ningún alimento en concreto ni ninguna comida ni elevar por los aires ninguna lo mismo que no hacer de ellas el demonio tampoco, y también os dirán que hay que comer un poco de todo y no olvidar la famosa pirámide de los alimentos, es de lógica.
Lo cierto es que en esta última década la gente come diferente por que tiene un horario diferente y por que además tiene ritmos diferentes, hay cosas que no podemos cambiar como por ejemplo la mierda que nos meten en televisión, pero podemos decidir NO ver la televisión (como es mi caso) y alejarnos de eso que quieren hacer de nosotros unos borregos mentales, bien, pues el mismo caso es aplicable a la comida, nosotros somos los últimos que tenemos la palabra para decidir que comer y que no, solo quiero remarcar que NADIE comenzando por vosotros mimos implante la insana idea de que dejar de comer es lo mejor, es fenomenal, y quedarás estupendo o estupenda por que eso NO es cierto.
Y creo que eso es todo lo que quería escribir.
No quiero dejar fotos por que no quiero ornamentos en todo este texto, quiero que sea directo y claro, conciso y explícito, sin artificios, sin edulcorantes, sin añadidos, nada más que lo que he escrito.
Y me gustaría dedicar esta entrada a todas aquellas mujeres luchadoras y fuertes que han logrado sobrevivir a una enfermedad como las anteriormente mencionadas y también a aquellas que han tenido la fuerza de voluntad suficiente como para no caer en sus redes, a todas ellas mi máxima admiración y un montón de buenas energías para que su lucha nunca sea en vano pase lo que pase y que sigan manteniéndose así de fuertes por que al final lo que nos precede es el CONTENIDO del CONTENEDOR, por que el ENVASE será lo último que dejaremos a los gusanos ¿y sabes qué?, ¿te cuento un secreto?, lo vivido es lo único que va a importar dejemos o no huella en el mundo, lo demás es transitorio, es efímero y simplemente a veces, gran parte de ellas: IRRELEVANTE.
Un montón de Beli besos en masa y abrazos de oso y dentro de poco volveré ya con una de mis habituales entradas, hasta entonces solo puedo dejaros con una sensación de paz inmensa, porque la que aquí escribe es una mujer real, una mujer que cada día que se mira al espejo puede sonreír y creo que ese es un punto importante, un punto y a parte, un punto considerable, así es que ¡PUNTO!, nada más que añadir.